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Han pasado varios siglos desde los famosos autos de fe que llevaron a varios vecinos del Baztán a la hoguera acusados de brujería. Pero la historia de las brujas de Zugarramurdi sigue intacta en el recuerdo de lugareños y visitantes que no pueden dejar de mirar con recelo y asombro las enigmáticas cuevas en las que los hombres y el diablo se dieron cita.
En el Valle de Baztán, ubicado al norte de Navarra, concretamente en las faldas del monte Larrún, hay un lugar apenas alterado por el tiempo. Un paraje recóndito donde, dicen, nació la brujería. Tierra de akelarres y caza de brujas. Pasear por las calles y cuevas de Zugarramurdi es un viaje hacia el pasado, una aventura que traslada a visitantes y lugareños a épocas en las que reinaban la superstición y la magia.
Las cuevas de Zugarramurdi albergaron akelarres y ceremonias de adoración al diablo. Seres del más allá y adoradores se daban cita en este pueblito situado a escasos kilómetros de la frontera con Francia. Escondidas entre los montes y rodeadas por un paraje siempre verde y frondoso, se conservan en el pueblo los casones de las grandes brujas como las de Goiburua, Etxorgaia, y Beretxea. Aún se respira un atmósfera mágica en Zugarramurdi.
Mitología vasca
Hechicerías, maleficios, intervenciones del demonio en forma de macho cabrío… Euskadi, Navarra y Lapurdi fueron en su día los principales lugares de culto paganos de Europa. En concreto, los siglos XV y XVI fueron tiempos dorados para la brujería. Muchos escritores de la época concedieron a Navarra el título de cuna de la magia europea. Además, la mayoría de los cultos que se practicaban y practican en esta zona están estrechamente relacionados con la teogonía vasca. La diosa Mari, el Basajaun, Tartalo, las Lamias, Akerbeltz… los ejemplos del peso de la mitología en los montes vascos son numerosos.
Sin duda alguna las brujas y los akelarres celebrados en las cuevas de Zugarramurdi han dado lugar a leyendas y a generar cierto halo de misticismo por protagonizar uno de los episodios más negros de la Inquisición española: el proceso inquisitorial comenzado cuando María de Ximilguen fue requerida por el Santo Oficio por su relación con una caza de brujas en Ziburu. Después de reconocer su presencia en varios akelarres en las cuevas de Zugarramurdi junto con otras mujeres de la aldea, el párroco navarro les ordenó pedir perdón en público por sus herejías. Las condena de las brujas de Zugarramurdi empezaba.
La Inquisición intervino y se desató una psicosis diabólica y eclesiástica que acabó con la detención de más de 300 personas acusadas de sacrilegio, de tener supuestos pactos con el diablo, celebrar misas negras en el bosque, akelarres, e incluso practicar vampirismo, necrofagia y cientos de delitos más. De hecho, el mismísimo inquisidor Juan Del Valle se trasladó a la comarca navarra para investigar in situ los supuestos actos de herejía. Algunas de las acusadas acabaron en la hoguera, otros muchos en prisión.
Zugarramurdi y las localidades colindantes han quedado inscritas en la leyenda negra por sus brujas. Unas brujas que eran conocedoras de la naturaleza,y sabedores de los bienes y males de los usos de las plantas. No obstante, las tradiciones relacionadas se siguen conservando y recordando en pleno siglo XXI cuando cada año los lugareños escenifican los cultos que allí se practicaban en la Catedral del diablo. Y se siguen bendiciendo los campos para que el diablo no vuelva por aquellas tierras. No cabe duda de que el misterio de las brujas sigue hechizando el pueblo de Zugarramurdi.