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WOPeak, día 7.
“Llegar al Campo Base de Paiju Peak ha sido como si nos acabáramos de ir ayer”. El alpinista navarro Mikel Zabalza, con el cansancio reflejado en la cara, pone voz a lo que ha sentido la cordada de la expedición WOPeak al volver, 11 meses después, a la montaña cuya cima no consiguieron hollar el año pasado. Una renuncia bien asimilada puede activar el motor de la motivación tanto como la conquista de lo desconocido estimula el espíritu de los grandes alpinistas, decía O. Gogorza. Debe de ser cierto porque para Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza no hay tiempo para el descanso una vez situados bajo la silueta de la enorme cara Sur del Paiju Peak.
“Ahora nos toca la parte más desagradable y dura de esta expedición, que es portear todo el equipo hasta pie de pared e ir aclimatando poco a poco el organismo a la altitud”, prosigue Zabalza. Han caminado durante dos días desde Askole bajo un calor asfixiante para llegar a los 3.400 metros en los que se sitúa el Campamento del Paiju.
Desde ahí, el equipo comenzará la aclimatación realizando porteos para acercar todo el material que necesitan hasta la base de la pared Sur, Campo 1 (5.100m), por un terreno que califican de auténtica tortura: 1.800 metros de desnivel de incómoda pedrera que tendrán que subir una y otra vez con docenas de kilos a sus espaldas.
Hoy lunes, dicen, harán un porteo superando un desnivel de 800 metros.