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Mucho se ha hablado las últimas semanas de la última reforma de la Ley de Montes que se aprobó en España (en julio de 2015) debido a la inusual proliferación de incendios que ha puesto en jaque al norte de la Península. ¿El motivo principal? Permite recalificar áreas quemadas.
Berango y Sopela en llamas en pleno de mes de diciembre. Pocos recuerdan una situación similar. Es cierto que el otoño de 2015 fue seco y más caluroso de lo habitual, pero ¿fue ese el motivo de los incendios? Es difícil saberlo a ciencia cierta, aunque las estadísticas concluyen que al menos un 55% de los fuegos son intencionados. Discernir si los del mes pasado lo fueron o no es, como siempre, complicado. Cada uno debe sacar sus propias conclusiones.
No obstante, para realizar dicho ejercicio de reflexión resulta muy útil tener conocimiento de factores externos que pueden tener una incidencia directa en los hechos acaecidos. La aprobación de la reforma de la Ley de Montes (Ley 43/2003) el 21 de julio de 2015 es, sin duda, uno de ellos.
Dicha Ley entró en vigor el pasado mes de octubre, y con ella la enmienda más polémica, la que permite construir en un terreno forestal incendiado sin que hayan pasado 30 años (como dictaba la Ley anterior), siempre y cuando «concurran razones imperiosas de interés público de primer orden». -resulta, cuanto menos, difícil identificar esas «razones»-. Es decir, la reforma elimina el periodo de 30 años de moratoria en la recalificación de terrenos afectados por un incendio que incluía la ley aprobada en 2006.
Ecologistas en pie de guerra
Esta reforma, que como era de esperar hizo que las organizaciones ecologistas pusiesen el grito en el cielo por la desprotección ambiental que generaba, va más allá. Resta competencias a las autonomías, así como atribuciones a los agentes forestales y recorta medios en la persecución de aquellos que originan los incendios.
A fin de cuentas, una reforma que parece poner en riesgo nuestros bosques, los cuales no hay que olvidar que generan servicios de extraordinario valor para nuestra salud. El planeta tiene unos límites que van camino de ser superados por actuaciones basadas en el beneficio económico a corto plazo. ¡Protejamos nuestros bosques!