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Una filosofía de vida llevada hasta el límite. Algo relativamente frecuente entre deportistas extremos y aventureros. No obstante, cada vez que alguno de estos “locos” pierde la vida el mundo del deporte queda conmocionado. Dean Potter, escalador superlativo y atleta extremo, falleció el pasado domingo en Yosemite haciendo lo que más le gustaba: deporte extremo, en este caso un salto base con traje de alas. Más allá de la enorme pérdida, Potter deja una huella imposible de borrar en el mundo de la escalada.
Dean Potter, de 43 años, era en realidad mucho más que un escalador, era un cazador de libertad obsesionado con la idea de volar, de fundirse con el aire. Se forjó en el Parque Nacional de Yosemite como escalador, funambulista y saltador base. De ahí que inventara el freeBASE, la escalada sin cuerdas, con las manos desnudas y con un paracaídas en la espalda como único seguro de vida. Era así como a él le gustaba aspirar bocanadas de vida, difuminar los límites humanos.
Fue esa misma filosofía de vida la que el pasado sábado en Yosemite (donde, como en el resto de Parques Nacionales de Estados Unidos, es ilegal) le llevó a lanzarse al vacío con su traje de alas. Él y su amigo Graham Hunt, de 29 años, habían elegido Taft Point como lugar desde el que saltar una vez más en busca de una felicidad que llegaba a base de adrenalina pura y dura. Se estrellaron contra las rocas.
Siempre al filo
No fueron los primeros, ni serán los últimos. En efecto, solo en Estados Unidos el salto base se ha cobrado al menos 5 muertes desde enero del año pasado. Este vivir al filo le había costado de hecho varios patrocinadores a Dean, pues no estaban de acuerdo con un estilo de vida tan extremo. Obviamente estos espíritus tan libres no se mueven por dinero. Él siempre defendió su intención de inspirar a la gente a “salir de sus coches y experimentar la naturaleza con todos los sentidos”.
A pesar de las posibles contradicciones, Potter no era alguien con el don para cerrar el interruptor del miedo: todas sus proezas fueron fruto de análisis técnicos puntillosos y de un trabajo enorme de introspección y concentración. Durante su aprendizaje como saltador, sufrió un accidente del que le salvó un milagro: físicamente indemne, estuvo psicológicamente bloqueado durante dos años en los que cuestionó su motivación hasta que encontró la manera de volver a ser él mismo. Se le admiraba por ello.
Volar o Morir
El último, desde 2.286 metros, permitió volar por última vez a Potter y Hunt algo más de un kilómetros de descenso. Las alas no se abrieron, pero paradójicamente auparon al deportista extremo al cielo de los escaladores. Y es que Dean Potter, además de extremo, fue innovador, en la roca y fuera de ella. El primero en lograr las tres paredes más grandes de Yosemite en un solo día. También cumplió otros desafíos, como caminar sobre una cuerda suspendida entre imponentes formaciones rocosas.
En el 2009, estableció un récord al completar el salto base más largo de la cara norte del Eiger en Suiza, al permanecer en vuelo con un traje alado 2 minutos y 50 segundos, más de 2.700 metros de caída vertical y casi 6,5 kilómetros de recorrido. La hazaña le valió el título de aventurero del año por la revista ‘National Geographic’. El título de aquel reportaje de la conocida revista resulta ahora revelador: “Dean Potter: Fly or Die”.