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Seguramente todos vosotros ya habréis oído hablar de Kilian Jornet y la ¿proeza? ¿imprudencia? ¿excentricidad? ¿hazaña? que supuso su doble ascensión al Everest en un plazo de seis días. Quizá Jornet sea el abanderado de una nueva modalidad de alpinismo, muy diferente de las expediciones que han explorado las grandes cumbres del planeta a lo largo de la historia. Pero su gesta ha provocado cierto malestar entre los más puristas de este deporte y abierto un debate sobre esta nueva forma de escalada y la preparación necesaria para llevarla a cabo.
Jornet, un montañero y corredor de ultra trail de Sabadell de 29 años, llevó a cabo el primero de sus dos retos el pasado 21 de mayo, cuando conquistó el punto más alto del planeta (8.848 metros) sin oxígeno artificial ni cuerdas fijas, de una sola tirada y sin la compañía de sherpas. El catalán no sólo afrontó con éxito una ascensión reservada a alpinistas experimentados, con muchos menos recursos de los recomendados, sino que estableció una nueva marca de velocidad al cubrir el trayecto entre el campamento base, en el antiguo monasterio de Rombuk (5.100 metros), y la cima en 26 horas.
Sin embargo, no contento con su rendimiento, que se había visto afectado por un virus estomacal, decidió realizar una segunda ascensión tan solo seis días después y en las mismas condiciones: sin botellas de oxígeno ni sherpas ni cordajes fijos, por la cara norte. El resultado: el mismo éxito con menos tiempo invertido, grandes titulares en medios nacionales e internacionales y muchas dudas sobre el proyecto.
Jornet compartió su doble hazaña a través de su blog Summits of my life, que también da nombre a una lista de retos consistentes en ascender y descender algunas de las montañas más altas del mundo de la manera más rápida posible.
El último fue el Everest, pero a este le precedieron el Aconcagua (6.962 metros), en el que marcó un record de 12 horas y 49 minutos; el Denali (McKinley), donde empleó 11 horas y 40 minutos para ascender y descender sus 6.194 metros; el Cervino y el Montblanc.
Quizá estemos ante una nueva forma de alpinismo, distinta de las grandes expediciones comerciales que conocemos. Es posible que Kilian Jornet no cuente con la preparación técnica de otros grandes escaladores, pero es evidente que ha sabido aclimatarse a las condiciones de la montaña gracias a una portentosa fortaleza física, a una buena elección de material y a una progresión sorprendente. Pero, ¿ha sido temerario su doble ascenso al Everest… en solitario? ¿Qué habría sido de él si hubiera resbalado o caído a 8.000 metros de altura?
¿Y si le hubiera ocurrido lo mismo que en 2013 en Chamonix, a 3.800 metros, cuando tuvo que ser rescatado tras un cambio repentino de las condiciones climatológicas? Ya entonces Jornet recibió críticas por afrontar un ascenso de esas características con ropa deportiva ligera, mientras él alegaba que su situación nunca llegó a ser crítica y que simplemente prefirió ser rescatado a intentar descender por sí mismo.
Por cierto, ¿sabíais que una alpinista india completó una doble ascensión al Everest entre los días 16 y 21 de mayo, casi a la vez que Jornet? ¿Casualidad?
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