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El pino en Euskadi se muere. De forma lenta pero progresiva, hasta el punto de que un tercio de los ejemplares vascos está en riesgo. Los causantes de esta amenaza forestal son dos hongos: el Mycosphaerella dearnessii y el Mycosphaerella pini, también llamados Lecanosticta acicola y Dothistroma pini, que dañan las hojas hasta que caen y los árboles pierden su capacidad de llevar a cabo la función clorofílica. Y aunque no estamos ante una amenaza nueva, su incidencia este año ha sido de tal calibre que ha obligado a las instituciones a buscar soluciones de urgencia.
Esta plaga silenciosa se ha hecho visible durante el verano, cuando miles de pinos han perdido su verde característico y han teñido los montes vascos de marrón y rojo, antesala de su muerte. Y hasta el momento, esta enfermedad solo se ha podido combatir con una medida contundente: la tala de ejemplares. La situación es tan difícil que muchos productores madereros ya se plantean sustituir los pinos por eucalipto.
Nuestro territorio tiene un área arbolada de casi 400.000 hectáreas, es decir, más de la mitad de nuestra superficie. De ellas, la tercera parte está formada por pinos. Pero el impacto que tiene esta plaga no solo es ecológico, sino también económico: la explotación del pino constituye una de las principales fuentes de ingresos de la industria maderera, que da trabajo a más de 20.000 personas.
Su afección sobre los bosques vascos no es nueva: los hongos nos visitan todos los años y desde el año 2015 las pérdidas han superado los 10 millones de euros. Pero este año la plaga ha llegado con más fuerza. Los expertos explican que la humedad y el calor son factores que multiplican la propagación de los hongos, y esta primavera se ha creado un caldo de cultivo propicio. Si a eso se une la incidencia del cambio climático y la ausencia de inviernos con temperaturas bajo cero, la ecuación es aún más dura.
¿Existe algún remedio, o nos tenemos que resignar a ver cómo los bosques de coníferas enferman hasta morir? Una de las medidas más extendidas es la poda o tala masiva para evitar que la enfermedad se propague, aunque en otros países también se han adoptado tratamientos químicos. Sin embargo, en el País Vasco todavía no se ha dado con una solución aceptable. Por el momento, las instituciones exploran la posibilidad de dar con un compuesto químico capaz de atacar a los hongos sin dañar el resto del ecosistema o de actuar de manera preventiva frente a esta plaga.
Durante las últimas semanas, instituciones y agentes del sector forestal han formado un Grupo de Trabajo Asesor que ya trabaja sobre varias áreas: desde el estudio y seguimiento de la expansión de la plaga, hasta la experimentación con fungicidas, el estudio de los ejemplares que han resistido la enfermedad y la búsqueda de especies capaces de arraigar en los montes vascos. Además, se han habilitado líneas de ayudas para la poda de pinares y para contribuir a la recuperación de las zonas afectadas.
A la espera de conocer los resultados de estos trabajos, las instituciones públicas envían un mensaje de tranquilidad y aseguran que se encuentran en contacto con expertos de otros países para buscar una solución conjunta.