- Aventura y Montaña
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Albert Mummery (Dover, 1855-Nanga Parbat, 1895) no fue el primer alpinista en ascender un ochomil ni protagonizó ninguna hazaña de supervivencia épica. De hecho, falleció sepultado por un alud cuando intentaba llegar por primera vez a uno de los techos del planeta, el Nanga Parbat. Era desgarbado y miope, y su apariencia era más propia de un economista (su otra ocupación) que de un montañero. Pero es considerado el padre del alpinismo moderno y el mismísimo Hermann Buhl le bautizó como “uno de los más grandes alpinistas de todos los tiempos”.
Porque Mummery reinventó el montañismo: fue capaz de imponer la teoría de que la ascensión a una cumbre no agotaba las posibilidades de una montaña. Muy al contrario, consideraba que cada ruta hacia un mismo pico mostraba una nueva montaña y un nuevo reto. Por eso llegó a escalar hasta en seis ocasiones, por sendas rutas diferentes, el mítico Cervino, considerado uno de los picos más inaccesibles de la época. Mummery resumió con una gráfica frase su filosofía y su forma de entender el montañismo: “Cuando todo indica que por un lugar no se puede pasar, es necesario pasar. Se trata precisamente de eso”.
Pero su aportación al mundo del alpinismo no se quedó ahí: Mummery revolucionó este deporte cuando comenzó a prescindir de los guías de montaña. El británico era de los que pensaban que uno de los grandes placeres del alpinismo consistía en lograr que alguien pudiera desenvolverse por sí mismo durante las ascensiones. Solo con porteadores, sus propios conocimientos y su instinto. Y esta determinación, expuesta a finales del siglo XIX, era considerada casi una temeridad.
El británico comenzó a realizar sus primeras ascensiones destacadas en los Alpes, pero en 1888 se desplazó al Cáucaso y en 1895 a la cordillera del Himalaya, con el ambicioso objetivo de ascender el Nanga Parbat.
Aquélla se convertiría en su última montaña. Un alud lo sepultó con solo 40 años de edad, tras haber alcanzado una altitud de 7.000 metros por el espolón en la cara oeste, que desde entonces lleva su nombre.
Su desaparición causó una enorme conmoción en Gran Bretaña, similar a la que provocaría, veintinueve años más tarde, la desaparición de Irvine y Mallory en el Everest. Años más tarde, la leyenda viva del alpinismo Reinhold Messner llegó a decir que Mummery no fue solo “el escalador británico más valiente y que más éxitos ha cosechado”, sino que sus principios constituyen “la base del alpinismo moderno”.
Hoy, el cuerpo de Albert Mummery permanece perdido en el Nanga Parbat mientras su legado continúa vivo en el mundo del montañismo.