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El pasado día 3, un rorcual común de 16 metros y 20 toneladas moría tras quedar varado en la costa de Sopelana. El animal apareció flotando malherido frente a la playa de Barinatxe y falleció poco después sin que se hayan podido determinar las causas de su muerte. El caso de Sopelana se ha sumado a los recientes hallazgos de cetáceos muertos en Mallorca y, sobre todo, en Galicia, que se ha convertido en escenario frecuente de este tipo de hallazgos.
La aparición de ballenas varadas en la costa suele ser un fenómeno relativamente habitual que, sin embargo, no lo es tanto en Euskadi. De hecho, el ejemplar hallado en Sopelana es el tercero que aparece en la costa vasca durante los últimos 20 años, junto con los cetáceos aparecidos en Bermeo y San Sebastián en 2005 y 2012, respectivamente.
Al margen de estos hallazgos, durante los últimos años apenas ha habido un incidente similar en las inmediaciones de nuestra costa: el último fue en la playa cántabra de Oriñón en 1997. A diferencia de lo ocurrido en Sopelana y en Bermeo, donde no se pudo practicar la necropsia a los cetáceos, en San Sebastián se determinó que la causa de la muerte fue una neumonía, y en el caso de Oriñón, la contaminación marina. Al abrir al animal, los expertos encontraron cerca de 50 kilos de plásticos y otras basuras arrojadas al mar. La ingesta de desechos ha comenzado a convertirse en un verdadero problema para la fauna marina, y en la actualidad el plástico es uno de los principales problemas medioambientales del medio marino.
Sin embargo, en el caso de Sopelana nunca podremos saber con certeza las causas de la muerte del rorcual. Lo único que los investigadores podrán examinar será su ojo, como parte de un estudio más amplio sobre estos órganos en mamíferos, y ofrecernos datos como el grado de contaminación de metales pesados en las aguas, pero no las causas de su fallecimiento.
A pesar de que las razones por las que se producen los varamientos son, en muchas ocasiones, un enigma para los expertos en conservación de fauna marina, en muchas ocasiones dependen en buena medida de la latitud en la que se producen. Por ejemplo, este fenómeno es extraño en Euskadi, pero en Galicia durante las últimas décadas la cifra de varamientos ha ido creciendo de forma paulatina hasta el punto de que entre 1990 y el 2018 un total de 178 ejemplares de grandes cetáceos ha sufrido varamientos en esta zona. La razón por la que ha aumentado esta media parecen ser los cambios en la temperatura del agua y, por consiguiente, la alteración de sus rutas, que hace que las ballenas comunes no bajen tanto al sur. Tan solo durante el mes de enero de este año han sido seis los ejemplares hallados en Galicia.
La costa neozelandesa también suele ser escenario de varamientos masivos de cetáceos: sin ir más lejos, el mes pasado aparecieron atrapadas 145 ballenas piloto, aunque en este caso los expertos creen que se ha podido deber a que huían de los depredadores, a cambios producidos en las mareas o a la simple desorientación: este tipo de cetáceos suelen seguir a un líder, y si éste se despista y acaba varado, el resto corre la misma suerte.
En el caso de nuestras costas, las razones suelen ser otras. Durante los meses de diciembre y enero estos cetáceos atraviesan el Golfo de Vizcaya provenientes de los mares del norte en peregrinación hacia aguas tropicales más ricas en alimento. Y si en este viaje hay ejemplares enfermos, viejos o heridos por cualquier razón, suelen terminar en nuestras playas. En los meses de primavera y verano, cuando reaparece la vida y el plancton marino, los cetáceos hacer el camino inverso y se dirigen en busca de alimento hacia aguas de Terranova y Groenlandia. El final del verano coincide con la época más productiva del Cantábrico y tanto las ballenas como los bonitos y las aves marinas vienen a alimentarse.
El Cantábrico es lugar de paso de diferentes especies de cetáceos. Entre ellos se encuentran, además del rorcual común, el cachalote, la ballena azul, la ballena jorobada, el calderón, los zífidos y hasta orcas y marsopas, que pueden llegar a entrar en los estuarios de los ríos.