- Aventura y Montaña
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La expedición de Alex Txikon en el Nanga Parbat tuvo que abandonar de forma precipitada el C4 (7.200 metros) en su intento de hacer la primera cumbre invernal por la vertiente Diamir. La causa fue el grave empeoramiento del estado de salud del alpinista paquistaní Ali Sadpara. En concreto debido a los evidentes y graves síntomas de mal de altura que sufría. Pero, ¿qué es exactamente el mal de altura?
Intenso dolor de cabeza, mareos, incoherencia al hablar, problemas en la vocalización, falta de coordinación corporal. Estos son algunos de los síntomas que presentaba el paquistaní y que hicieron saltar las alarmas en la expedición de Txikon a la cima del Nanga Parbat. Perder altura rápidamente se tornaba imprescindible.
El mal agudo de montaña (MAM) o mal de altura no es sino las reacciones fisiológicas que se derivan de la exposición a la baja presión de oxígeno que existe en altitud. Los síntomas pueden aparecer a las pocas horas de exponerse a alturas a partir de los 2.500 metros. A partir de esa altura, y de forma gradual, ganar metros irá haciendo cada vez más mella en nuestro organismo.
La incidencia de este mal varía mucho, aunque se calcula que puede afecta al 30% de las personas expuestas bruscamente a 3.000 metros y al 75% de las expuestas a 4.500m. Por lo que el riesgo de padecer mal de altura en áreas como las montañas de Nepal y los Andes, donde las regiones turísticas pueden estar a una altura entre los 3.000 y 4.000 metros, es más que real. El índice de mortalidad es aproximadamente de un 4% para ascensos a picos con alturas superiores a los 7.000 metros.
El mal de altura no hace distinciones y puede afectar por igual a cualquier persona, independientemente de su forma física. Únicamente un historial médico con enfermedades cardíacas en las que haya existido fallo cardíaco puede suponer una contraindicación para moverse en altitud. La única prevención posible es la aclimatación; incluso la acumulación de este tipo de aclimataciones a través de los que se conoce como “memoria de aclimatación“. En cualquier caso, escaladores, montañeros, esquiadores y turistas de montaña deben saber reconocerlo para saber cómo actuar.
Síntomas
La consecuencia más dramática del MAM es la muerte, y suele llegar por dos vías: edema pulmonar de altitud (EPA) y edema cerebral de altitud (ECA). La sintomatología ante la que hay que estar muy alerta es la siguiente:
- Cefalea (dolor de cabeza). Producida por la hipoxia cerebral. Habitualmente es pulsátil, frontal y bilateral, y empeora con el ejercicio. Es el síntoma más frecuente (65% a la llegada al campo base) que suele ceder con el reposo y analgésicos. Si despierta por la noche, persiste por la mañana o no mejora con analgésicos, nos indica un MAM grave, premonitorio de un edema cerebral de altitud. Es necesario descender al menos 500m y esperar su desaparición.
- Nauseas y vómitos. Favorecen la deshidratación. También puede surgir digestiones pesadas y aerofagia.
- Anorexia (pérdida del apetito). Suele ser constante en el MAM y se incrementa al aumentar la altitud.
- Fatiga anormal. Con cansancio, debilidad e indiferencia. A veces difícil de distinguir del cansancio por esfuerzo. Cuando esta fatiga llega a un nivel de extremo, hasta el punto de no levantarse para comer, rechazar la ingesta líquida y no sentir ganas de orinar durante horas, es muy probable la aparición de un como por ECA en las próximas 24 horas, siendo obligado el descenso.
- Disnea (dificultad respiratoria).
En reposos con sensación de falta de aire. Si se acompaña de tos, opresión torácica y taquicardia puede ser premonitorio de un edema pulmonar de altitud, siendo necesario el descenso. Una respiración suspirosa,, con inspiraciones profundas, suele corresponder a la respiración periódica de altitud, sin riesgo si se controla la ansiedad que produce. - Insomnio. Respiración periódica, dificultad en la conciliación del sueño, despertares nocturnos, sensación de falta de aire, son frecuentes durante la primera semana en altitud y tienden a desaparecen en la segunda. La respiración periódica, cortada por intervalos largos sin respirar (observable por los compañeros despiertos), es común en altitud, aunque se produce en el MAM, como fenómeno aislado no tiene gran importancia.
- Edema (hinchazón). Los afectados por el MAM suelen retener más agua y sodio en el organismo, con lo cual se produce una mala distribución de líquidos, con aumento de estos en los tejidos corporales y disminución del volumen circundante en la sangre (hipovolemia relativa). Como consecuencia, pueden aparecer edemas en partes declives, alrededor de los ojos y edema generalizado (cara, mano, pies).
- Oliguria (disminución de la cantidad de orina en 24horas). Una cantidad de orina diaria inferior a 800ml suele ser signo de deshidratación o MAM grave. Si no aumenta la diuresis al incrementar la ingesta líquida, es necesario descender hasta su normalización.
- Hemorragias retinianas. Suelen ser asintomáticos y sólo se descubren con un examen del fondo del ojo, apareciendo los primeros días de estancia en altitud. Se relaciona con el incremento del flujo sanguíneo y la presión hidrostática en los vasos retinianos. Si afectan a la mácula densa (*), el individuo percibe una visión borrosa, pérdida de visión en una zona del campo visual y dejan secuelas en algunos casos.
- Ataxia (trastorno de la coordinación).
Con alteración en la marcha y en la coordinación de movimientos. Se produce por afectación del área del cerebelo, advirtiéndose un edema cerebral de altitud en evolución. Es obligatorio un descenso inmediato. El vértigo suele ser un sistema leve de falta de coordinación.
Prevención y tratamiento
En cuanto a las formas de prevención, como decíamos, la aclimatación es la más importante. La hipoxia empeora durante la noche por lo que es recomendable descender para dormir. Atenuar el esfuerzo físico al máximo en altitud también es imprescindible. Caminar despacio para no aumentar el consumo de oxígeno. En cuanto a la dieta, hiperglucídicas y con aporte de proteínas es lo más recomendado, así como con grasas para combatir el frío extremo. Hay que hidratarse mucho, beber en abundancia, incluso ante de tener sed (comer antes de tener hambre, y descansar antes del agotamiento), protegerse de las radiaciones y evitar situaciones de angustia.
Respecto al tratamiento, como indicaba ayer Alex Txikon al Campo Base, descender, y hacerlo cuanto antes. Es la única forma de frenar el deterioro del organismo. El descenso de altitud apremiante como curativo más eficaz se debe imponer ante cualquier otro escenario. En grandes altitudes cada minuto cuenta.