- Aventura y Montaña
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El hallazgo del cadáver de un escalador japonés de 67 años desaparecido hace décadas en los Alpes Suizos ha vuelto a llamar la atención sobre las consecuencias que tiene el cambio climático, no solo sobre los polos o los océanos, sino también sobre las cordilleras más altas del planeta.
Se trata de casos en los que la montaña sí devuelve a sus víctimas, y que, aunque llamativos, son más frecuentes de lo que se piensa. Durante los últimos años se han descubierto en la misma zona alpina suiza alrededor de 300 cadáveres de personas desaparecidas desde 1926. El año pasado, sin ir más lejos, se hallaron los cuerpos de un matrimonio que desapareció en agosto de 1942 en los glaciares de Tsanfleuron, cuando salió a ordeñar sus vacas, y que llevaba indumentaria de la Segunda Guerra Mundial. Tres años antes, en 2014, el derretimiento de la nieve permitió el descubrimiento del cuerpo de Jonathan Conville, desaparecido en 1979 en la cima del Cervino, el mismo lugar en el que aparecieron los cuerpos de los nipones Michio Oikawa y Masayuki Kobayashi, engullidos por la nieve en agosto de 1970. Y en 2012 unos montañistas británicos recuperaron los restos de los hermanos Johann, Cletus y Fidelis Ebener, cuya pista se perdió en 1926 en el glaciar alpino Aletsch.
Y hay mucho más casos. En solo un mes se han recuperado los cuerpos de otros cuatro montañistas desaparecidos hace décadas, entre ellos el de un alemán que salió a hacer trekking en 1987 y el de un hindú fallecido en accidente de aviación hace 50 años en las laderas del Mont Blanc. Solo en este monte hay alrededor de 160 alpinistas sepultados.
Todas estas apariciones se atribuyen al deshielo de los glaciares, cuya longitud ha descendido de manera progresiva desde 1880. Se calcula que estas lenguas de hielo han perdido durante el último año casi un kilómetro cúbico de masa sólida, de manera que si en 1850 cubrían 1.735 km2 de la superficie de la tierra, ahora abarcan solo la mitad. Según estimaciones del diario suizo Tages-Anzeiger, en la última década se ha licuado más nieve que durante todo el siglo pasado.
Entre las zonas recientemente expuestas se encuentran las que fueron escenario de combates durante la 1ª Guerra Mundial, concretamente, en los Alpes italianos que sirvieron de escenario para la llamada Guerra Blanca. Desde el año 2004, la montaña ha comenzado a escupir a la superficie los restos de numerosos cadáveres de soldados italianos y austriacos que se enzarzaron en esta contienda, librada a casi 2.000 metros de altitud.
Hasta ahora ha aparecido casi un centenar de cuerpos, pero faltan muchos más, porque el frente alpino se cobró la vida de más de 100.000 personas, muchas de ellas por avalanchas, congelaciones y otras enfermedades.
Pero este fenómeno, lejos de limitarse a las cordilleras europeas, es global. En el Himalaya, a mediados del año pasado, el derretimiento del hielo permitió descubrir el cadáver del montañero estadounidense Alex Lowe, toda una leyenda del alpinismo, y de su cámara, David Bridge, 17 años después de su desaparición tras una avalancha. La última vez que se supo de ellos fue durante una ascensión al Shisha Pangma, una cumbre de 8.027 metros.
Un estudio reciente sobre el calentamiento global en el techo del planeta muestra que los hielos que bajan de estas montañas desaparecerán entre un 70% y un 99% a finales del siglo XXI. De cumplirse estos pronósticos, la montaña devolverá muy a su pesar los cadáveres de los cientos de montañeros que la han desafiado a lo largo de la Historia, pero también dejará sin suministro de agua dulce a los principales ríos de Asia, como el Indo y el Yang-Tse.