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El otoño ya está aquí, y con él la temporada de setas. Además, según la previsiones meteorológicas nos espera una estación lluviosa y, por ende, favorable a la proliferación de hongos. Los aficionados a la micología se frotan las manos.
Pero antes de salir a los bosques y montes a recoger setas conviene tener muy claras una serie de cuestiones relacionadas con la conservación del medio ambiente, así como otras más vinculadas a la selección, transporte y hallazgo de estos pequeños manjares.
Lo primero de todo debe ser adquirir un mínimo conocimiento sobre las setas. Cuáles son comestibles (Boletus edulis, Amanita caesarea..), cuáles venenosas (como la conocida y mortal Amanita Phalloides), y cuáles no tienen ningún tipo de valor culinario. Aunque se trata de un manjar gastronómico, las setas también pueden llegar a ser muy peligrosas. Por ello, en caso de duda lo mejor es no recoger. Ejemplares ‘tocados’ y entornos poco naturales deben hacernos desconfiar.
En peligro de desaparición
Por otra parte, aunque la creencia popular es que su número es casi ilimitado, lo cierto es que la recolección masiva e incontrolada las ha puesto en el abismo, amenazadas con desaparecer. La recogida de setas debe hacerse, pues, con mesura. A lo cual se añaden restricciones implantadas desde las instituciones que deberemos respetar.
Recogida e identificación
Respecto a su recogida, no hemos de olvidar que se trata de una actividad que se desarrolla en montes y bosques. Esto es, habrá que ir convenientemente equipado con ropa y calzado de monte. La extracción, por su parte, debe hacerse desde el pie completo, pero sin arrancar la tierra o madera donde viva. Conviene transportarlas en cestas de mimbre o madera, y limpiarlas exhaustivamente.
Las mejores zonas
En cuanto a la identificación de las mejores zonas para hallar setas, lo primero es saber que las zonas húmedas son las más propensas para su proliferación. Los bosques de árboles de hoja caduca son los favoritos por la mayoría de las setas debido a la abundante materia orgánica que generan. Robledales, hayedos, castañares y choperas son, sin duda, buenas opciones.
Por último, no debemos olvidar que el fin de todo esto es su degustación en la cocina. El sombrero es la parte más aprovechable y las variedades de forma de cocinarlas son muy numerosas: sartén, cazuela, en revuelto, con pasta…¡todo un manjar que debemos conservar!