- Naturaleza
- No hay comentarios
Antes o después todo aficionado al monte y amante de la naturaleza se encuentra cara a cara con un animal salvaje en su hábitat natural. ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo actuar? Un movimiento equivocado puede dar lugar a un susto. Existen una serie de comportamientos que conviene conocer si queremos manejar con acierto este tipo de situaciones comprometidas. Varían, obviamente, en función del tipo de animal. Estos son algunos.
Jabalíes
El jabalí es un auténtico todoterreno de la naturaleza que abunda en la Península Ibérica. Tiene mala fama pero lo cierto es que son animales sociables que se reúnen en grupos liderados por la hembra de mayor edad. Los machos, no obstante, suelen vivir en solitario a partir del año de vida, excepto de noviembre a enero (periodo de celo) cuando buscan hembras receptivas.
A pesar de ellos, como la gran mayoría de los mamíferos, suelen ser bastante escurridizos y no es fácil dar con ellos. Si bien es cierto que no son raros los encuentros fortuitos. Conviene recordar que estos animales de gran envergadura pueden llegar a pesar hasta 350 kilos, lo cual añadido a sus afilados colmillos los convierte en animales potencialmente muy peligrosos en caso de un ataque.
Como cualquier animal salvaje, el jabalí solo atacará si se siente acorralado o para proteger a sus crías. La forma más recomendable de actuar si nos encontramos con un ejemplar solitario cara a cara es quedarse quieto y esperar que se vaya. Si no, ir retrocediendo muy despacio para que no siente amenaza alguna. La situación puede cambiar en caso de que el encuentro sea con una piara con crías. En estos casos es probable que algún miembro se nos acerque a plantar cara y después huya. Lo mejor será mantener la calma y evitar cualquier acercamiento con las crías.
En cualquier caso lo mejor será evitar cualquier contacto directo. Para ello lo más efectivo es hacer ruido, ya que así serán ellos mismos los que se alejen.
Perros
La opción canina es relativamente frecuente entre aquellos que optan por la montaña como medio en el que desarrollar su deporte favorito. En esta caso hay una gran diferencia entre encontrarse con perros domésticos o asilvestrados. En el primer caso es muy frecuente encontrarse con perros de caza. Suelen estar algo alterados por su actividad, pero lo normal es que nos ladren y no se muestren agresivos. Podemos optar por hacer algo de ruido para que el dueño aparezca o proseguir nuestro camino haciéndoles caso omiso.
La segunda opción es bien diferente. Los perros “salvajes” pueden ser agresivos. Lo mejor es no acercarse, ni gritar, no correr para escapar. Aunque resulte difícil, lo más recomendable es quedarse quieto sin mirarle directamente a los ojos, pues lo toman como un desafío. Habrá que esperar a a que se tranquilice y dejemos de interesarle. Si esto no funciona y el perro sigue agresivo, busca cualquier cosa para protegerte. Palos, piedras, ramas…cualquier cosa puede servir para intentar ahuyentar al animal, o incluso para que muerda esto en lugar de a nosotros. En el caso de que se nos eche encima, enrollarse en el suelo protegiendo la cabeza con las manos en forma de puño. Dicen que hacerse el muerto puede servir, pero hay que tener sangre fría para “probar”…
Lobos
Opción harto improbable. Es muy difícil encontrarse con lobos puesto que son capaces de detectar nuestra presencia con mucha antelación y evitarán el encuentro. Suelen tener fuentes de comida suficientes y no les interesamos. En el muy improbable caso de que ocurra, conviene tener en cuenta que los lobos se mueven en grupo, por lo que lo mejor es alejarse poco a poco de la zona evitando el contacto visual.
Caballos y ganado
A nos ser que se sientan realmente amenazados, es muy difícil que este tipo de animales ataquen. Lo normal es que escapen. Si no es así, la mejor opción es evitar que se sientan amenazados dando un rodeo lo más grande posible. La cosa puede cambiar un poco si topamos con un toro. Nunca darse la vuelta y correr, ya que esto supone incitar al ataque al animal. Lo mejor es alejarse poco a poco sin perderle de vista.
Serpientes
A pesar de su mala fama, las serpientes suelen evitar el contacto con humanos a toda costa. Además, tenemos la suerte de que en la Península Ibérica existen pocas especies realmente peligrosas para la personas. La víbora aspid es una de ellas. Recordemos que las víboras se diferencian principalmente de otras especies por su cabeza triangular y su retina vertical. En invierno son inactivas, por lo que de encontrarlas, será en otra estación.
En caso de mordedura, hay que mantener la calma y evitar cualquier esfuerzo físico que pueden aumentar nuestras pulsaciones, y por ende, el riesgo sanguíneo. Hay que acudir lo más calmado posible al centro médico más cercano para que nos administren el suero indicado para este tipo de mordeduras.
Osos
Aunque en otros países como Estados Unidos y Canadá los ataques (en muchos casos mortales) con este tipo de animal es relativamente frecuente, en nuestro país el oso está en peligro de extinción, por lo que un encuentro sería prácticamente un milagro. De existir alguna opción, la Cordillera Cantábrica y los Pirineos son los únicos lugares donde podría ocurrir dicho encuentro. En cualquier caso, lo habitual es que rehuyan al ser humano, además de que al tratarse de una especie protegida las áreas con presencia de osos estarán indicadas. Si viésemos cualquier indicio de su presencia en la zona habrá que alejarse rápidamente por caminos señalizados.
Si a pesar de todo nos encontramos con uno, es más fácil decir que hacer pero hay que mantener la calma. Evitar movimientos bruscos y correr (a pesar de su peso y tamaño, el oso es mucho más rápido que el ser humano. Habrá que esperar que el animal no tenga ganas de pelea y alejarse muy poco a poco.
Zorros
Para los que nunca hayan visto un zorro, se trata de un animal bastante pequeño (como un gato grande, o un perro pequeño). Lo normal es que escapen al detectar presencia humana, como casi todos los animales salvajes. No obstante, algunos pueden mostrarse mansos y amigables. Este comportamiento puede confundirnos y hacernos cometer el error de acercarnos demasiado a su boca. La mordedura de un zorro puede complicarse mucho ya que puede tener la rabia. En caso de que ocurriese hay que acudir al médico inmediatamente e informar para que se nos suministren los antibióticos pertinentes y, probablemente, la vacuna antirrábica. Mejor, pues, mantener siempre cierta distancia.