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Visto desde el cielo parece solo un gran lago, pero de cerca es una masa de agua opaca donde no asoma vida de ningún tipo. Sus bordes están recubiertos de una espesa costra negruzca y el olor que emana es nauseabundo. Se trata del lago Baotou (Mongolia Interior, China). Uno de los lugares más contaminados del planeta.
Un vertedero de 10.000 km2 en el que las industrias de alrededor han vertido agua cargada de productos químicos utilizados para el tratamiento de 17 minerales buscados en todo el planeta: las «tierras raras».
En efecto, la ciudad china de Baotou es uno de los mayores centros de producción de este tipo de elementos indispensables para la industria high-tech: smartphones, GPS, tablets… Aunque paradójicamente las «tierras raras» también se usan para la fabricación de productos ecológicos como los coches eléctricos. Los minerales son extraídos de una yacimiento ubicado en Bayan Obo, 120 kms al norte del lago, para posteriormente ser tratados en Baotou, una ciudad cubierta de tuberías donde el aire es casi irrespirable.
El problema radica en que la concentración de tierras raras en la roca es muy débil y su obligada separación y purificación involucra procedimientos hidrometalúrgicos y baños ácidos, con el consiguiente impacto en el medioambiente. China produce el 97% de la producción mundial de tierras raras, de la cual el 70% se trata en Baotou.
Origen de enfermedades
Las aguas tóxicas del lago albergan todo tipo de sustancias tóxicas y elementos radiactivos como el thorium, cuya ingestión provoca cáncer de páncreas, pulmón y sangre. Además, semejante concentración de elementos tóxicos también afecta a las tierras colindantes: las plantas ya no crecen. Los animales de la zona también han sufrido las consecuencias de le contaminación en forma de enfermedades varias.
Las empresas relacionadas con la extracción de tierras raras han proliferado en la última década, convirtiendo a Baotou en capital mundial de las tierras raras. De forma paralela los suelos y subsuelos de la región se han saturado de productos tóxicos y la población de los pueblos colindantes no ha dejado de decrecer. La gente ha huido. Y entre los que se han quedado abundan los casos de diabetes, osteoporosis, problemas pulmonares y otras enfermedades. Las autoridades hacen caso omiso.
Mientras en la mayoría de los países occidentales el consumo de gadgets tecnológicos se incrementa año tras año de forma exponencial, en Baotou la situación medioambiental se vuelve cada vez más apocalíptica.