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Temperaturas de hasta -60oC y vientos de más de 140 km/h. Este es el panorama que volverá encontrarse Alex Txikon durante las próximas semanas, cuando afronte su segundo intento consecutivo de ascensión invernal al Everest (8.848 m).
Igual que hizo sin éxito hace poco menos de un año, en esta ocasión el alpinista lemoarra quiere hacerlo a lo grande, sin oxígeno y en pleno invierno, y superar así la gesta que todavía permanece escrita en el libro de los récords, la que llevaron a cabo los alpinistas polacos Krzysztof Wielicki y Leszek Cichy en 1980.
Desde entonces, nadie ha conseguido volver a poner los pies sobre el techo del planeta durante los meses de diciembre, enero y febrero. Y, menos aún, nadie se ha planteado intentarlo sin la ayuda de oxígeno suplementario, ni siquiera los polacos. Nadie, excepto Alex Txikon, que ya se encuentra ultimando los preparativos de la expedición en el Nepal junto a “un grupo muy reducido de colaboradores” entre los que estará el pakistaní Alí Sadpara, con quien ya ascendió el Nanga Parbat el 2016, también sin oxígeno.
El Everest es un lugar de peregrinación anual para cientos de aficionados al alpinismo, que a finales de cada primavera se aferran a la cuerda fija colocada por los sherpas de expediciones comerciales y ascienden desde el Campo Base hasta la cumbre. El trasiego de montañistas al pico más alto del mundo es tal que las autoridades del Himalaya tuvieron que limitar hace años la concesión de permisos para ascenderlo.
Pero esa ruta veraniega relativamente sencilla se convierte en un reto excepcional durante los meses de invierno, puesto que los alpinistas deben afrontar condiciones meteorológicas extremas, vientos huracanados y temperaturas insoportables.
Y esta es, ni más ni menos, la pretensión que tiene el montañista vizcaíno, que también quieren filmar la expedición para dejar constancia de su aventura y compartirla con los aficionados a la montaña. Eso sí: será un “alpinismo controlado” en el que la expedición tiene previsto llegar al Campo Base entre los días 1 y 3 de enero de 2018 para iniciar la aclimatación y estudiar el ascenso, siempre con la premisa de “minimizar los riesgos”.
“Trataremos de no meternos tanta carga. Será clave no trabajar nueve días seguidos, como el año pasado, y desgastarnos menos en las cotas más bajas para guardar fuerzas para arriba”, explicó el propio alpinista.
El pasado año Txikon decidió abortar su ataque a la cima después de 74 días de expedición debido a la fuerza del viento. «Habría sido un verdadero suicidio continuar adelante», dijo entonces. Un simple repaso a su trayectoria demuestra el valor de aquellas palabras, porque Alex Txikon ha ascendido el Broad Peak, el Gasherbrum I y II, el Lhotse, el Shishapangma, el Annapurna, el Cho Oyu, el Dhaulagiri, el Manaslu y el Nanga Parbat, este último junto a Simone Moro y Ali Sadpara. Un currículo al alcance de muy pocos que le otorga los galones suficientes como para conocer los límites de la vida.