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Cuando Aitor Igiñitz Oyarzabal (Andoain, 41 años) se encontró en Nepal con Laura Martínez y ambos decidieron atravesar medio mundo en bicicleta para volver a casa, jamás pensó en que éste podría ser su sueño convertido en realidad. Hoy, 13 años después, Aitor está en el corazón del continente americano camino de Honduras, El Salvador y Guatemala, tras haber recorrido más de 105.000 kilómetros a lomos de su bicicleta. Lo que para este técnico en Electrónica aficionado a la montaña y al aire libre era una pasión ahora es un modo de vida que su compañera Laura relata en el libro “El mundo es mi casa”, y del que el propio Aitor da cuenta en su web del mismo nombre. Aitor aprovecha un descanso en el lago Atitlán de Guatemala para contarnos qué es lo que a él le mueve: “Solo se vive una vez y pasa muy rápido. Tenemos la obligación de vivir al menos uno de nuestros sueños”.
LANDK. Llevas más de diez años viajando en bicicleta por el mundo junto a tu pareja, Laura… ¿Por qué? ¿Qué lleva a un joven de Andoain a romper con todo y empezar a recorrer mundo sobre la bici?
Aitor Igiñitz. Son ya 13 años. Las ganas de viajar, conocer y descubrir lo que hay más allá. El ver cómo vive la gente en otras partes del mundo con sus diferentes culturas y formas de ser. Decidí viajar en bici porque soy bastante activo, y era la única forma en la que me veía viajando una temporada relativamente larga.
L. ¿Cómo empezó vuestro periplo juntos?
I. Yo llevaba viajando solo ya un año y medio, y después de cruzar el Tíbet de forma ilegal, que fue físicamente bastante duro porque solo pude conseguir un visado de 2 meses, paré en un parque nacional de Nepal a descansar y me encontré allí con Laura y otros 3 españoles. Convivimos juntos 15 días y nos dio tiempo a conocernos y ver que seríamos compatibles viajando juntos todo el camino hasta Andoain, que era la intención que tenía en aquel momento. Eso sí, comenzamos a viajar juntos abiertos a que si no iban bien las cosas cada uno seguiría su camino en solitario.
L. ¿Cuándo y cómo decidisteis no volver y empezar a vivir viajando?
I. Fue en la ciudad de Samarkanda, de las más importantes de la ruta de la seda. Conocimos a Daisuke, un japonés que llevaba viajando en bici 10 años, y en un desayuno nos empezó a contar que venía de África y los Países Árabes. Nos gustó tanto la idea y se nos pusieron los dientes tan largos que recogimos en ese mismo momento los platos del desayuno y poniendo el mapa sobre la mesa empezamos a planear como llegar a África y la ruta de haríamos en ese gran continente.
L. En tu caso, ¿qué implicaciones tuvo esta decisión? Familiares, de trabajo…
I. Lo primero que tengo que decir es que nunca pensé en hacer un viaje tan largo. Mi idea era irme para 1 o 2 años, y volver otra vez para proseguir con la vida que tenía. Pero estoy tan a gusto con esta forma de vida que la voy alargando. La mayor implicación fue dejar un trabajo en el que estaba a gusto, y saber que me iba a alejar de mi familia y amigos por una temporada. Lo bueno y muy importante que me ha pasado es que la familia siempre me ha apoyado en esta decisión de viajar, y así todo ha sido más fácil.
L. Aunque viajar en bici debe ser barato, ¿cómo te las apañas para ganarte la vida, alimentarte, vestirte, comprar recambios para la bici…?
I. Como bien dices viajar en bici es muy barato, pero hace falta dinero. Cuando salí tenía ahorrado un dinero. Cuando volví de África vendí una Volkswagen California que había dejado en casa, que me vino muy bien. Y después en todo este tiempo hemos parado a trabajar un año en Euskal Herria y casi otro año en América. Con eso hemos tirado tranquilamente.
“¿Lo más fuerte? Cuando unos leones se acercaron a nuestra tienda en Namibia”
L. Tomar una decisión así tiene que implicar un montón de renuncias… ¿A qué has renunciado tú?
I. Creo que la única cosa que me cuesta aún llevar bien es estar lejos de los que quiero y me quieren. Ir a los pirineos con los amigos y disfrutar haciendo cosas bonitas. El resto de cosas a las que he renunciado, la mayoría son simplemente objetos y confort que después de una temporada sin ellos no los echas de menos ya nunca más.
L. ¿Compensa, merece la pena?
I. Nadie me obliga a hacer esto. Es algo que hago porque me llena de verdad. Cuando me levanto todas las mañanas me siento afortunado de poder estar haciendo lo que realmente quiero. Si no mereciera la pena lo habría dejado hace tiempo.
L. ¿Cuál es el paraje más espectacular que has visto? ¿Nos lo puedes describir?
I. ¿Parajes? Hombre, no puedo elegir uno. Pero me encanta la naturaleza. Las montañas sobre todo, y estar en el centro de los Himalayas, Pamires… Aunque el desierto también es algo increíble. Siempre que estoy en uno me siento muy pequeño, pero a la vez lleno de vida. Esos lugares son mucho más que parajes, espacios. Son momentos, estados emocionales. Una parte de ti que se encuentra en ese instante en ese lugar, y eso yo al menos no tengo la capacidad de describirlo.
L. ¿Has pasado momentos de tensión? ¿Has llegado a sentir miedo por una situación concreta? ¿Dónde?
I. Tantos años moviéndome todos los días, alguna situación de tensión se tiene que vivir. La más fuerte fue cuando unos leones se acercaron a la tienda de campaña donde estábamos durmiendo en medio de Namibia. Pero también ha habido otras situaciones en Djibouti, Etiopía, Yemen, o Congo, siempre relacionadas con la gente. Pero manteniendo la calma y sobre todo no mostrando que estás asustado siempre se sale bien de esas situaciones. Y miedo… el miedo es bueno porque te ayuda a estar alerta en momentos que debes estarlo. Siempre que lo mantengas bajo control es un buen compañero de viaje.
L. ¿Has sufrido problemas de salud en algún momento? ¿Cómo se sobrellevan esas situaciones?
I. Sí, en India al principio del viaje tuve fiebres altas con descomposición total, que me tuvo postrado en la cama de un hotel cinco días únicamente bebiendo agua. En África pillé la malaria, en Angola, pero eso fue muy sencillo de curar tomándome las medicinas oportunas, y como estaba con Laura, ella se encargó de cuidarme bien. Y también en África, estando solo, me agarré una infección de riñones que la estuve arrastrando un mes y que finalmente hizo que me volviera a casa en avión antes de lo que hubiera querido. Los momentos en los que estuve solo y enfermo son los recuerdos más duros de todo el viaje. Y uno los sobrelleva como buenamente puede. El factor más importante en un viaje así es el psicológico. La cabeza es lo más importante de todo. Yo creo que esa es mi virtud más importante.
L. El hecho de conocer a gentes de diferentes culturas, ¿te ha ayudado a comprender mejor a las personas?
I. Lo primero es que viajar me ha ayudado a conocerme a mí mismo mucho mejor. Te ayuda a entender cómo se sienten los inmigrantes que vienen a nuestro país. Y también se cultiva mucho la aceptación y empatía. Viajar es vivir, pero sobre todo es aprender. Si uno está dispuesto, se puede aprender muchísimo. De hecho, creo que todo el mundo debería una vez en su vida hacer un viaje de al menos 1 año.
L. ¿Te atreverías a elegir un sitio en el que podrías vivir de continuo, de forma sedentaria?
I. Sinceramente, no he encontrado aún ningún lugar así. Pero creo que es porque no me veo viviendo de forma sedentaria en ningún lugar. Aunque si tuviera que elegir uno, me podría quedar en Nepal.
L. ¿Te ha permitido la bicicleta continuar con tu pasión por la montaña?
I. El primer año hice muchos trekkings en Nepal, me encantó. Y después, cuando ya empecé a viajar con Laura no hubo muchas oportunidades de hacer montaña. Hicimos un 6.120 m en el Himalaya indio, pero poco más. Ahora que estoy solo otra vez, acabo de subir el Pico Orizaba de 5.670 metros en México, y pienso continuar haciendo toda la montaña que pueda en los Andes. De hecho tengo algunos proyectos, pero yendo solo es muy difícil, porque aquí los glaciares son grandes y no me quiero arriesgar a caer en una grieta, así que iré viendo lo que puedo hacer y con quién sobre la marcha. Pero la montaña es una gran pasión a la que he tenido que renunciar en este viaje en bici.
L. ¿Dónde te encuentras ahora mismo? ¿Viajas en solitario?
I. Me encuentro en Guatemala, precisamente en el Lago Atitlán tomando unos días de descanso. Un lugar mágico. Y sí, viajo en solitario, que me encanta.
L. ¿Y cuál será tu próximo destino?
I. Me estoy dirigiendo poco a poco hacia el sur del continente Americano, por lo que lo siguiente será Honduras, El Salvador, Nicaragua…
L. ¿Cuántos kilómetros llevas recorridos en bici?
I. Unos 105.000 kms.
L. ¿Y te has trazado algún objetivo?
I. Mi objetivo es vivir, aprender, disfrutar.
L. ¿Y objetivo geográfico?
I. Está ahí abajo, el punto más al sur del continente americano, Ushuaia, pero no es una obsesión. Quiero ir día a día: el momento en que deje de disfrutar de lo que hago será el final de este viaje en bici.
L. ¿Consideras esta travesía una aventura o es ya una forma de vida?
I. Lo que creo que se ha convertido en una forma de vida es el movimiento. La vida nómada. La travesía en sí es una etapa de mi vida que tendrá un final, y creo además que no será dentro de mucho tiempo.
L. ¿Merece la pena?
I. Sí, totalmente; si no, no lo estaría haciendo.
L. ¿Recomendarías esta experiencia a cualquiera o es algo que exige mucho sacrificio y que muy pocas personas podrían soportar?
I. Si lo he hecho yo, que soy una persona normalita físicamente, lo puede hacer cualquiera. Pero a la misma vez te tiene que gustar mucho, porque es una vida muy básica que requiere de disciplina y perseverancia, como para vivirla por obligación. Lo que recomiendo a la gente es que mire dentro de su ser, qué es lo que realmente le gustaría hacer al menos una cosa en su vida, un sueño. Y que vaya a por él. Se vive una vez, y pasa muy rápido. Creo que tenemos el deber, porque tenemos la oportunidad de hacerlo, de intentar vivir al menos uno de nuestros sueños. Porque lo que sé seguro es que todos hemos soñado o hemos anhelado vivir alguna experiencia. Cada uno la suya. Lo que me viene bien o lo que me hace disfrutar a mí no le tiene porque valer a otra persona.
L. ¿Has podido descubrir la libertad absoluta? ¿Sientes que no tienes ningún tipo de atadura?
I. La libertad es algo que está dentro. No se necesita viajar o experimentar algo especial para sentirse libre. Todos lo somos, pero no nos damos cuenta. Sobre todo por la cultura y la sociedad en la que vivimos que nos carga desde que nacemos con una mochila de responsabilidades. Nos adiestran para que pensemos que no lo somos.
L. Muchas gracias por todo, mucha suerte y ¡hasta la próxima!
I. Muchas gracias a vosotros por darme esta oportunidad de compartir.
1 Comentarios
Gracias Aitor por compartir este “momento” que ya dura 13 años! Es una inspiración! Enhorabuena! Que maravilla la sincronicidad de encontraros laura y tu. Yo no pude parar de leer el libro hasta que lo termine! Ojalá escriba otro pronto! Maravillas las experiencias con la gente, las situaciones que habéis vivido, escuchar vuestros pensamientos y sentimientos durante esos 3 años que dura el libro! Un abrazo grande desde madrid !!!